Este departamento está ubicado en el último piso de un edificio de 1951, en lo que hace muchos años fue el atelier de un artista. Cuando Rodrigo se mudó, no le preocupó tanto la estética anticuada como el deterioro generalizado: se imponía remodelarlo. En un principio, encaró la tarea por su cuenta, pero dada la dimensión de la obra decidió contratar a alguien que comprendiera su estilo sin tanto hablar y, sobre todo, en quien confiara plenamente. Su amigo arquitecto Benjamín Pozzo, del estudioGrupo DWG, fue la elección evidente e inmediata.